Absolut Farruquito

Foto: flamenco-world.com

Hay espectáculos que terminan en apoteosis en los que la mitad del público se va renegando para casa y hay días de triunfo redondo. Estoy por asegurar que lo vivido este domingo en el Teatro Compac Gran Vía de Madrid con Farruquito está mucho más cerca de lo segundo que de lo primero. El bailaor lo explicó muy bien al final del espectáculo, antes del primer bis, “es el último día, el publico nos ha dado mucho calor y a este teatro ya le estábamos cogiendo el gusto. Además hoy es un día especial porque es mi aniversario”. Por eso llegaron los duendes y en el éxtasis final de un espectáculo sin trampa ni cartón bailó desde el técnico de luces hasta Rosario, su mujer.

Mucha brillantina y mucho oro en la Gran Vía para ser las 7 de la tarde de un domingo. Mucho payo y mucha señora, también. Llenazo hasta la bandera en día y hora que juega el Madrid de fútbol y España se juega la final del Europeo de Baloncesto. Tiene mérito. “Farruquito. Baile Flamenco” dice el cartel. No hace falta más. El piano de Jaime Jumitus da la entrada y los tacones se disparan. Pura tralla marca de la casa que el mismo piano y la guitarra mágica de Antonio Rey calman pronto por soleá. La voz de Rubio de Pruna, descomunal toda la noche, es toda una declaración de intenciones. Y ahí está, el príncipe gitano, el patriarca prematuro, detenido y sin prisas. Gustándose como después se gustaría por farrucas con la guitarra solitaria de Román Vicenti. Como dice Juan Salvador Gaviota “la velocidad perfecta es estar ahí”. Mirada al techo, piernas quietas, brazos estirados y un leve contoneo a compás. Ole.

Farruquito, baile flamenco from DeFlamenco.com on Vimeo.

Turno para la acrobacia y el claqué flamenco que también trae público y que cuando se hace con ritmo tiene mérito. Dos bailaores (entre los que reconozco a su primo Barullo. Lo siento, no nos han dado programa de mano) y dos bailaoras ocupan por momentos la atención. Ellos, carne de fisioterapia a punto de descoyuntarse, ellas elegantes (En especial Irene “La Sentío”) e igualmente eléctricas. Todos muy jaleados.

Pimpinela flamenco

Así va transcurriendo un espectáculo intenso al que es difícil buscarle un pero*: musicalmente excelente, con cuatro grandes cantaores y un gran sentido de la medida.  Y así se llega a unas bulerías a lo Pimpinela en las que María Vizárraga y Fabiola Pérez le van cantando letras de amor reprochado; y a unos tangos con aires romanís ( aunque cantados por fandangos) en el que va dando protagonismo a cada uno de los que están en escena para ir acercando el espectáculo a la apoteosis que está calculada para el primer bis. En esta ocasión además nos regalan  un fin de fiesta en el que bailó todo el mundo y en el que Farruquito acabó tocando la guitarra.

Sin duda un espectáculo muy trabajado con un artista maduro, lleno de talento, que disfruta lo que hace, que no renuncia a su potencial físico pero abusa menos de él y que se muestra más delicado, hasta  afectado en determinados momentos. Farruquito es a día de hoy uno de los mejores y el que no sea capaz de dejar los prejuicios en la puerta se lo pierde.

*Pero el vestuario me ha parecido a veces demasiado colorín

*pero creo que al piano de Jumitus se la deja un papel de mero introductor de melodías (narrador?) y se le podía haber integrado algo más.